¡Señor alcalde, feliz día de la Pereiranidad!



El calendario señala el final de septiembre, yo lo relaciono con la pospereiranidad. Mi estado de ánimo podría ser mejor, pues ayer fui testigo de los atropellos ejercidos desde la administración municipal en contra del Colegio Alfonso Jaramillo Gutiérrez. También de los incumplimientos en cabeza del alcalde de turno, Juan Pablo Gallo y su Secretario de Educación, Daniel Perdomo frente a esta situación a la que hoy parecen ajenos trasladando la responsabilidad a la administración entrante.

Hoy muy temprano recibí una notificación en mi cuenta de Twitter, era un video del alcalde, un producto caracterizado por narcisismo y verdad a medias. El mismo que me motivó a escribir esto, que quizá será un desorden, pero algún mensaje llevará. Pues veo una administración cuyo interés es disfrazar de perfección a una ciudad, que si bien no es la peor, si podría ser mejor. Una administración que se ha caracterizado por imprecisiones y nada ha pasado.

Luego me pongo en el lugar del alcalde, concluyo que él es conocedor de lo que pasa y termino sin entender cómo osa publicar verdades a medias y continúa ignorando realidades severas. Pues Juan Pablo Gallo ignora la verdad, olvida contarle a los pereiranos que no por culpa de privados, en nuestros hospitales todos los días muere una mujer dando a luz, que nuestra ciudad se ubica entre los primeros puestos en consumo de heroína y drogas en general, pero que además, lideramos y peleamos podio en personas portadoras de VIH.

Ignora también el alcalde del cambio, que el 43% de nuestra economía es gracias a las remesas y que además, en su administración no construyó ni un solo colegio, pero si dio la orden de cerrar varios. Queda in albis el alcalde, cada que le preguntan ¿por qué siendo el Alfonso Jaramillo Gutiérrez uno de los mejores colegios de Pereira, no cumplió con la promesa de derogar el comodato que ya cumple más de 20 años con el colegio privado Cooperativo?  En consecuencia de lo anterior, la jornada única del único colegio bilingüe del Departamento, entra en estado de extinción.

Como habitante de esta ciudad que si es trasnochadora, querendona y morena, siento una profunda tristeza en esta lúgubre mañana, cuando veo comunidades enteras de menores de edad rogando para que sus condiciones educativas mejoren. También produce indignación ver las mentiras ilimitadas que emite el alcalde, logrando la credibilidad de las mayorías y que estas en compañía del millonario presupuesto que destinó para sus redes sociales, termine silenciando a las minorías.
Un día como estos, luego de la pereiranidad, debo decir feliz día en una ciudad en la que sus habitantes carecen de pertenencia por lo público y son ajenos a la realidad. Felicidades en esta época, en la que el control político se determina según el número de contratos otorgados a la maquinaria. Época en la que robar, pero hacer, se ha normalizado.

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